lunes, 25 de abril de 2011

José Maggi

San Pablo
Todo un caso real (pero forzado) de caridad cristiana. Mientras el Papa lava los pies de 12 sacerdotes rememorando la escena protagonizada por Jesús durante la última cena, las vasijas de agua que usa para verter el agua son de un dorado insultante. Aunque no tanto como las riquezas (en bienes muebles e inmuebles, amén de financieros) que sigue gestionando el Vaticano.

Dos grandes habitaciones de la basílica de San Pablo (propiedad del Vaticano) han sido okupadas por 150 gitanos rumanos que habían sido desalojados de su asentamiento en Roma y al parecer se encuentran (se encontraban) de lo más a gusto en su nuevo hogar. No opinan lo mismo las autoridades romanas, que insisten en que deben volver a su país, ignorando seguramente aquel principio medieval de acogerse a sagrado que permitía a cualquier perseguido por la justicia adquirir impunidad absoluta si conseguía entrar en un recinto religioso.
El alcalde de Roma, siguiendo un principio bien distinto de origen berlusconiano, clama contra estos gitanos exigiendo su exportación.
También el Papa (la basílica está bajo jurisdicción del Vaticano) se ha manifestado, recomendando compasión. Es lo que ha hecho Caritas, que ha conseguido convencer a los gitanos para que finalmente abandonasen su encierro. Falta ver ahora si se les proporcionan las casas que estos exigen (a lo que se opone el Ayuntamiento, por aquello del efecto llamada) o se dejan seducir por la fórmula Sarkozy: 1.000 euros en mano por regresar a Rumania.
http://www.ansa.it/ansalatina/notizie/rubriche/italia/20110424200435252130.html

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